jueves, 9 de febrero de 2012


Esto es un premio!
Aquí están mis respuesta, después están mis preguntas y... pues eso es todo xD luego tienen (si quieren, no los obligo a nada) que nominar a once blogs y hacer sus propias once preguntas ^-^

1.Si pudieras tener superpoderes ¿Cual sería y por qué?
Leer mentes y visión nocturna, porque quisiera saber lo que otros piensan sin que mientan y poder leer y escribir sin prender las luces

2.¿Hay algo que coleccionas? ¿Que es?
Nop, nada

3.¿Decidiste algo para tu futuro, como una carrera en específico?
Sí, quiero estudiar antropología, pero quizá en área me vaya a exactas.

4.¿Como sueles entretenerte cuando no estas en internet o con tus friends?
Leyendo y escribiendo, a veces hablo sola y hago viajesillos... if you know what I mean... nahh, mentira. Pero sí leo y escribo y hablo sola y... miro el techo en busca de respuestas a tantas preguntas...

5.¿Quien es tu inspiración? O sea, como vida...
Nadie /:

6.¿Cual es tu grupo/cantante favorito aparte de Bruno?
No sé quien es Bruno, pero me encanta 30 seconds to Mars

7.¿Que cosas te hacen sonreír?
Los cachorros

8.¿Que es lo que más te gusta del hecho de vivir y ser adolescente?
El sexo y el sexo xD (el sexo es más que mete-saca ACLARO)

9.¿Dejarías a tus amigas para hacer las travesuras tú sola si no porque?
Sí, porque me gusta mi tiempo a solas, y hay cosas que no se pueden compartir con tus amigas

10.Si pudieras viajar a cualquier país ¿A donde irías?
África. I'm a fucking nega!

11.¿De que país eres?
México

Nomino a... pues no sé D: ¿Se puede nominar a quien me nominó?
ahh... bueno, ya que no sé nada, nominaré a quien me nominó y a David y a... el blog "elcriti-cn.blogspot.com", no tengo más u.u

Mis once preguntas:

1.- ¿Te drogas o te has drogado?
2.- ¿Eres virgen?
3.- ¿Has visto porno?
4.- ¿Crees que soy una loca pervertida por las tres preguntas anteriores?
5.- Justifica tu respuesta de la pregunta anterior.
6.- ¿Cuántos años tienes?
7.- ¿Cuál es tu primer nombre?
8.- ¿También ves esas cosas como basurilla en tu visión que se mueven cuando giras los ojos, pero que no molestan para nada?
9.- ¿Tienes una mascota?
10.- ¿Crees en Dios?
11.- Justifica tu respuesta a la pregunta anterior.

That's all folks... C:

P.D: Elegí Helvetica por tu culpa...

domingo, 1 de enero de 2012

Capítulo 4 parte 3


Navegué en oscuridad mental por tiempo indefinido. En realidad no estaba consciente, así que no me daba cuenta del tiempo que pasaba, sólo me di cuenta de que había estado dormida en el momento en que desperté. Me encontraba en mi cama, totalmente vestida, aunque sin zapatos, sobre las sábanas extendidas. Me estiré con pereza, preguntándome cómo había llegado hasta ahí; fue en ese momento cuando escuché los sonidos provenientes de un videojuego. Y al girarme en la cama me encontré con Derek, que tenía los audífonos puestos y estaba echado de costado en la cama, dándome la espalda.
¿Derek me trajo hasta aquí?
Recordé lo que había pasado. Todo… ¿había sido un sueño? Me di cuenta de que mis labios seguían sintiendo un ligero cosquilleo en ellos. Se había sentido demasiado real, pero era imposible que lo fuera. Lo único de lo que podía estar segura era de que había sido una de los sueños más extraños de toda mi vida.
Lo más curioso era que la mirada del joven me había parecido idéntica a la de Jack, y con esto no me refiero a la familiaridad que sentía en sus ojos —como me ocurría cuando miraba los de Rose—, sino que en verdad eran idénticos, aunque físicamente no tuvieran nada que ver. Ni siquiera se acercaba un poco al color que tenían los ojos de Jack.
Pero… ¿cómo era que lo había llamado? ¿Max?
Rápidamente me levanté de la cama y me fui al tocador, donde guardaba, en uno de los cajones, una libreta de apuntes personales; cuando tenía 13 me había surgido la idea de escribir mis “sentimientos de soledad”, para desahogarme. Había sido algo temporal, de unos cuantos meses, por lo cual la libreta se encontraba llena sólo hasta la mitad, pero aún así la había conservado.
Derek finalmente se dio cuenta de que ya había despertado, y me miró extrañado cuando tomé la libreta del tocador y me dirigí a la mesa circular, donde cogí una pluma y apunté el nombre que había dicho en mi sueño. Max.
“No era el nombre que esperaba…” había dicho, pero entonces ¿cuál era el nombre que quería escuchar y por qué había dicho yo Max?
Era absurdo. No podía sacar de mi mente los productos de mi propia imaginación, a esas alturas empezaba a cuestionarme seriamente si no estaba yo loca.
O si de verdad era sólo mi imaginación…

domingo, 27 de febrero de 2011

Capítulo 4 parte 2

El jardín estaba completamente diferente. El pasto, a pesar de seguir estando seco, ya tenía manchas verdes en algunas partes, donde la vegetación ya empezaba a recuperarse.
—¿Cómo es que lo lograste? —le pregunté a Derek, atónita.
Se echó a reír y negó con la cabeza.
—Las muchachas que trabajan aquí han estado regando todo esto constantemente desde el día en que nos mudamos, pero desde la semana pasada dejaron de hacerlo ellas. Ahora hay regaderas instaladas y funcionando que se ponen en marcha como a las diez de la noche, según tengo entendido.
Me quedé boquiabierta, más sorprendida de no haberme dado cuenta de que el jardín había cambiado tanto   que del cambio en sí. Derek me miró sonriente, se acercó a mí y me susurró al oído:
—Ahora eres mi esclava por una semana… —Se echó a reír de nuevo—. También estaré esperando por tu regalo—completó con voz alegre—. A partir del sábado comienza tu semana de esclavitud, mientras tendrás todo este tiempo para conseguirme algo bueno, incluso puedes hacer algo con tus propias manos si te hacen falta recursos económicos…
Y dicho todo esto, sin dejar de sonreír, se dio media vuelta hacia el interior de la mansión y se retiró. Respiré profundo y seguí caminando por el jardín. En realidad me agradaba el aire fresco que circulaba alrededor de la mansión. Necesitaba ese respiro, despejaba mi mente.
Empezaba a darme cuenta de que. A pesar de no estar pensando en nada conscientemente, sentía mi cabeza atestada de cosas, como estuviera a punto de explotar, sin embargo, cuando el tema de Jack y Rose, y el misterio que representaban, se dirigían a la lucidez de mi mente, sentía como si todo aquel apretujado pensamiento inconsciente se relajara.
Pensando, di vueltas por el enorme jardín, observando las estatuas que ahí se encontraban. A pesar de tener todo muy presente en mi mente y darle vueltas a hasta ser fastidioso, no podía salir de las mismas preguntas. Las respuestas estaban detrás de un manto de niebla que bloqueaba todo, sin permitirme ver con claridad. Era como chocar contra un muro de desconocimiento.
Caminaba automáticamente, ya sin ver la estatuas del jardín, más bien perdida en la neblina de mi mente, buscando aún las respuestas de preguntas que no tenían ni pies ni cabeza, pero de repente me encontré con una luz que me trajo de vuelta al presente del jardín, algo que llamó mi atención…
Me encontré con una estatua antigua que tenía la forma de un hermoso ángel.
El sufrimiento que representaba la cara de la estatua era casi tangible, algo inexplicable. Tenía una expresión seria, pensante… pero a pesar de la frialdad del rostro que parecía a simple vista carente de emociones, sentía un sufrimiento tremendo, un sufrimiento oculto.
Las alas del ángel, el torso con el cuerpo desnudo, todo era imponente, pero no dejaba de ser una estatua que por alguna razón me había regresado al presente después de haber estado perdida en mi bruma mental…
Respiré muy profundo, frustrada, y me senté a los pies de la estatua, recargando mi espalda contra la base. Miré el cielo. En realidad era un día soleado con cielo azul, pero la gigantesca estructura de la mansión proporcionaba sombra al lugar en donde yo me encontraba.
De repente Derek invadió mi mente, él y su regalo. Si de verdad pensaba que iba a cumplir la parte de ser su esclava por toda una semana estaba completamente equivocado, pero al menos le daría el regalo… aunque no tenía idea de qué le daría. Quizá era una buena idea preguntarle al mismo Derek qué era lo que le gustaría de regalo, y mientras lo hacía también podía informarle que no tenía intenciones de obedecerlo ni durante una semana ni nunca.
Cerré los ojos y me relajé con mis pensamientos viajando en torno a Derek. Siempre que pensaba en él, era como si hablara con Annette (no me acuerdo en qué capi sale ^^, pero es la amiga de su madre con la que viven durante un tiempo cuando Estela está en el psiquiátrico, por si no recuerdan… :P ), como si supiera que todo iba a terminar bien. Él tenía ese cierto efecto tranquilizante en mí y me agradaba sentirme así… aunque por otro lado también era un chiquillo desesperante. Como un hermanito.
Me empecé a quedar dormida allí, con la espalda pegada a la fría base de la estatua. Pronto estuve rodeada por la oscuridad de mis sueños…

Me encontraba en un lugar apenas iluminado por una tenue luz, que parecía no venir de ninguna parte. Estaba sentada en un cómodo sillón de terciopelo, no podía ver el color, pero podía sentir la textura bajo la piel de mis brazos y mis manos. Miré alrededor y encontré una chimenea encendida con pequeñas brazas de fuego, que era de donde parecía provenir la luz tenue de la habitación. Era un lugar muy frío. Podía vislumbrar los contornos de los muebles que se hallaban allí, parecía ser una biblioteca, pero no había estado en ningún lugar así antes. Intenté levantarme del sillón, pero entonces me di cuenta de que me sentía exhausta, incluso el aliento me fallaba, como si hubiese estado corriendo, aunque los músculos no me dolían, sólo sentía un extremoso cansancio. Aún sintiéndome así, volví a intentar levantarme.
—No lo intentes, no podrás hacerlo —dijo una voz suave y aterciopelada detrás de mí, sobresaltándome. El sonido de uno pasos me rodeó y posteriormente una silueta se dibujó delante de mí.
—¿Dónde estoy y quien eres tú? —pregunté con la frialdad y dureza que apenas me permitían los jadeos, pero sin mostrar una pizca de mi creciente temor.
—¿Qué? ¿A caso no reconoces el sonido de mi voz, Rox?
—¿Rox? No sé de qué hablas, pero esto no me gusta nada —le contesté. No entendía qué era lo que estaba pasando, no entendía en lo absoluto. ¿Seguí soñando?
—Quiero que me digas tu secreto, Rox. ¿Cómo lo lograste, como no desapareciste? —demandó la voz.
—No te entiendo para nada… ¡Y enciende las luces! ¿Quién diablos eres, cabrón? —dije, perdiendo la paciencia y la compostura.
—¿Quieres verme? —preguntó después de un silencio corto, con una voz divertida que me heló la sangre.
—Sí —contesté ruda.
Entonces, la luz se hizo más fuerte en el cuarto, volviéndolo todo blanco. Seguí en la misma silla, pero la habitación había desaparecido. Me encontraba en un lugar totalmente blanco, que no parecía tener ni fin ni principio. Cerré los ojos un momento, ya que la luminosidad había lastimado mi visión… y cuando mis pupilas al fin se ajustaron a la claridad, pude ver al joven que se paraba delante de mí. Un joven alto, de piel blanca y de cabellos color miel.
Por alguna razón, su visión me robó el aliento. Me sentí más cansada que nunca, pensé que iba a desmayarme en ese momento. El joven se acercó y se arrodilló frente a mí.
—¿Me reconoces, Rox? —preguntó. Se inclinó hacia adelante; sus ojos verdes me recordaban a los de Jack cuando me daba más miedo.
Reparé en que su cara estaba a centímetros de la mía, nuestro alientos se mesclaban, su respiración acompasada y sus agitado jadeos…
—¿Me reconoces? —aquella mirada pétrea con la que me atravesaba, se dulcificó al acercar más su rostro al mío y acariciar con la punta de su nariz mis mejillas.
Cerré los ojos y un repentino temblor apareció en mi estómago: miedo, adrenalina y electricidad, todo mezclado. Negué con la cabeza, sintiendo que mi estado de conciencia no duraría mucho más, el cansancio empezaba a hacer estragos conmigo y creía que me desmayaría.
—Yo a ti sí te recuerdo, aún hay algo de púrpura en tus ojos —contestó él, moviendo sus labios contra la piel de mi barbilla mientras hablaba.
Era la primera vez que tenía a un chico tan cerca —ni siquiera había tenido tan cerca a mi hermano— y, sin embargo, no me sentía nerviosa más que por el hecho de no saber en dónde me hallaba; un hecho que estaba empezando a olvidar.
—Max… —mi garganta soltó aquello en un susurro, por sí sola y sin que yo lo ordenara. Él se echó a reír repentinamente.
—No era el nombre que esperaba, pero no me quejo —dijo, y después sus labios subieron hasta los míos y los besaron con pasión, con anhelo y con urgencia.
Una de mis manos apenas tuvo fuerzas para subir a su cabeza y enredarse en su pelo para acercarlo a mí, mientras uno de sus brazos rodeaba mi cintura y me apretaba contra él… Pero, aquel beso —mi primer beso—, acabó con mis energías. En ese momento, me desmayé…

domingo, 20 de febrero de 2011

Capítulo 4 parte 1

Derek había permanecido callado desde que había hecho el comentario del caluroso clima, así que lo miré un segundo.
—¿Por qué estás tan callado? —le pregunté, pasando mi mano frente a su cara, ya que parecía estar en trance.
 Giró su cara y me miró con aire ausente, luego sacudió la cabeza como si sacara un pensamiento de su mente y me miró sonriente.
—Estaba pensando en tonterías. Dime ¿tienes problemas con la chica de allá? —Señaló a Rose, que ahora estaba trotando sin restarme atención.
Apreté los dientes y entrecerré los ojos.
—¿Tú no los tendrías después de que te hubiera humillado sin conocerte siquiera?
Derek se echó a reír.
—Alex, no pensé que fueras del tipo de persona a la que le importa o que digan chicas como esa —dijo Derek, sonriendo y viéndome como si le provocara ternura.
—Y no me importa, nunca me ha importado, es sólo que esa chica… Tiene algo que me hace querer matarla. No creo que lo pueda explicar, ni yo misma lo entiendo —dije, ahora sintiéndome como si estuviera loca.
Se echó a reír de nuevo, dejándose caer de espaldas en el suelo.
—Esto debe ser todo producto de tu cambio. Simplemente te has vuelto más abierta a tus propios sentimientos —sugirió Derek, pero yo negué con la cabeza.
—No, es que ella y Jack… —me quedé callada. Lo había dicho sin pensar. Derek se sentó y se puso repentinamente serio.
—¿Jack qué…? —preguntó, con un tono que no había escuchado en él jamás.
Me encogí de hombros y tragué saliva. No debí haber mencionado nada, pero era demasiado tarde para arrepentirse.
—Sólo… Es un poco raro ¿no? —dije, evitando la mirada Derek. A pesar de mi gran cambio reciente, si había algo que de verdad no quería cambiar era mi falta de vulnerabilidad. Quería seguir siendo tan fuerte como hasta ahora… o al menos aparentarlo.
Derek no contestó, se quedó en un repentino silencio que me hizo pensar que de verdad había tocado un tema prohibido. Giré mi vista hacia él un segundo; estaba mirando el suelo con cara de pocos amigos.
—Jack ha cambiado mucho. Siempre había sido callado y jamás había sido un gran hermano, pero hubo un evento… —Derek se volvió a quedar callado, dejándome con una duda en el estómago, como un vacio.
—¿Qué pasó? —insistí.
Él negó con la cabeza.
—No lo sé, no lo entiendo. Es que… hace dos años hubo una fiesta… —Se interrumpió y me miró a los ojos, con sorpresa y algo de recelo—. Prométeme que jamás vas a mencionárselo a Jack.
Asentí mirándolo a los ojos.
—Lo prometo —juré. Derek suspiró y su vista se perdió, posiblemente mirando a algún lugar lejano de su mente, trasportándose al pasado.
—Fuimos a aquella fiesta todos juntos. Mi padre, mi hermano y yo. Era un evento de no de los socios de mi padre, y su hijo y Jack se llevaban muy bien. No sé explicarlo, pero había algo raro en aquel tipo… Y esa noche Jack y él habían abandonado la fiesta, alegando que era aburrida.
”Jack no volvió esa noche, ni tampoco al día siguiente. Jack desapareció una semana con aquel chico. La policía los buscó, pero aparecieron hasta que ellos decidieron regresar, y cuando regresaron, Jack parecía ser la misma persona, pero no lo era… No sé cómo explicarlo sin parecer un loco, pero Jack da miedo ahora, y es como si le gustara el sufrimiento ajeno. Se ha vuelto incluso más críptico de lo que ya lo era, a veces se va durante todo el día y regresa hasta la madrugada. No sé que es lo que hace, pero no creo querer saberlo…
Su voz se desvaneció y se convirtió en silencio. Ahora entendía aún menos todo aquello. ¿Qué le había sucedido a Jack?
Fuese cual fuese la respuesta, yo sí quería saberla…

Ese día, al regresar de la escuela en el auto, la mirada de Jack por el retrovisor no me ponía tan nerviosa. Algo había cambiado en Jack desde que lo había visto en el almuerzo de la escuela, es decir, seguía dando miedo, pero ya no tanto, y ese aire familiar en él, aquello que me hacía sentir que ya conocía esos ojos había desaparecido.
Jack, a pesar de estar envuelto en el mismo misterio desde que lo había conocido, y aunque me seguí sintiendo pesada al estar cerca de él, ya no me parecía más una persona que yo hubiera visto antes o que me petrificara. Era simplemente un tipo misterioso y medio escalofriante.
Al llegar de vuelta a la mansión, la mesa enorme del comedor con los platos y cubiertos puestos en un extremo. Alfred sólo le indicó a las mucamas que nos sirvieran la comida. Esas mujeres no hablaban nunca. Me preguntaba si vivían en la mansión, ya que las encontraba limpiando diferentes lugares de vez en cuando, sin embargo era un lugar muy grande y con partes que no había aún explorado. Era bastante probable que hubiera cuartos para ellas. Eran cinco en total, pero no conocía más que sus rostros. Todas parecían tener veintitantos años.
Ese día al terminar de comer de dispuse a hacer la tarea en mi cuarto. Derek sugirió que la hiciéramos juntos y así podría ayudarme con la de francés.
Al terminar todo eran las cuatro de la tarde. Me estiré en mi asiento y bostecé.
¿Cuánto te falta? —le pregunté a Derek, que seguí concentrado tratando de resolver un solo problema.
—Un poco… Algunos sí tuvimos mate hoy —se quejó, recordando que gracias al discurso del directo mis clases de matemáticas habían sido eliminadas ese día.
Sonreí un momento y después suspiré. Me levanté de la silla.
—Tómate tu tiempo —le dije.
—¿Adónde vas? —preguntó, mientras yo caminaba hasta la puerta del cuarto.
—Quiero dar una vuelta en la mansión —dije, estirando los brazos hacia arriba.
—¿Por dentro o por fuera?
—Por dentro, obviamente. Afuera sólo hay plantas secas —respondí, dándome la vuelta hacia el pasillo, dispuesta a salir del cuarto.
—¡En realidad ya no está tan marchito! —gritó Derek desde la habitación. Escuché sus pasos apresurarse desde el cuarto hasta donde yo estaba. Me giré para verlo mientras se acercaba hasta mí y se paraba justo a mi lado, sonriendo—. No has observado el jardín últimamente ¿verdad?
Negué con la cabeza mientras fruncía el entrecejo con confusión. Derek asintió como si comprendiera algo.
—Eres del tipo de chicas despistadas —se echó a reír y yo lo miré con el sarcasmo expuesto en los ojos.
—Yo no soy despistada —negué, sintiéndome segura de que, por el contrario, era bastante observadora.
—¿Qué apuestas a ello? —dijo, arqueando una ceja y esbozando media sonrisa, lleno de confianza. Era la primera vez que lo veía poner una expresión así. Derek se veía muy atractivo cuando sonreía de esa manera, dejaba de verse tan inocente y aniñado como de costumbre.
—¿Qué apuestas tú? —lo reté.
—Un regalo, si pierdes me compraras algo, o incluso puedes ser mi esclava por una semana… Y si tú ganas, aunque no será así, yo haré lo mismo por ti, así que elige, un regalo o esclavo por una semana —ofreció.
—Ambas cosas —dije. Estaba segura de que sin el jardín hubiera mejorado yo lo habría notado, ya que lo veía al entrar y salir de la mansión.
—Que conste que tú fuiste la que eligió ambas cosas —dijo, mientras encogía los hombros sin dejar de sonreír.
Se dio la vuelta y camino hacia el lado opuesto del pasillo, hacia las escaleras. Lo seguí medio enfurruñada. Bajamos las anchas escaleras, cruzamos la sala de estar, las puertas de la mansión y finalmente tuvimos frente a nosotros el jardín de la mansión. Me quedé boquiabierta.
Acababa de perder una apuesta.

domingo, 13 de febrero de 2011

Continuación del Capítulo 3

La clase de francés transcurrió sin incidentes. La señora Benson —la profesora de francés—, al igual que el señor González —el de español— me hizo presentarme en frente de la clase; a Derek también. Después de eso llegó el almuerzo. Derek y yo nos sentamos juntos en una mesa que estaba junto a una ventana.
—Iré a comprar algo para comer ¿no vienes? —dijo Derek, mientras dejaba su mochila en una silla. Negué con la cabeza.
—En realidad no tengo mucha hambre. Te esperaré aquí —respondí, recargándome en el respaldo de la silla y mirando al exterior por la ventana, donde se extendía una enorme cancha de futbol americano con gradas alrededor.
—OK. En seguida regreso. —Y dicho esto Derek desapareció entre la multitud de estudiantes que revoloteaban en la cafetería.
Saqué el libro de mi hermano de mi mochila y me dispuse a leerlo, pero en ese momento Jack se sentó en el lugar que estaba frente a mí en la mesa.
—¿Qué tal tu primer día? —me preguntó, cruzando los brazos en frente de él y recargándolos sobre la mesa.
—Normal —contesté con voz relajada. No sabía si mi repentina tranquilidad se debía a que el lugar estaba lleno de gente o a que quizá empezaba a acostumbrarme a Jack.
Giré mi vista de vuelta hacia mi libro, ignorándolo. A pesar de que mi plan era ser una persona amable, no podía sentir simpatía por Jack. Se quedó callado, lo cual me sorprendió, así que lo observé un segundo. Tenía la mirada perdida en algún lugar de la cafetería. Discretamente seguí la dirección de su mirada y me encontré con un tipo alto de cabellos castaños y ojos del mismo color, que miraba a Jack con la misma concentración con la que este lo miraba a él.
—¿Quién es ese tipo? —pregunté.
—¿De qué hablas? —dijo Jack, como si no fuera obvio.
—Tú y el tipo de allá. Se miran como si se conocieran y como si tuvieran problemas —dije, observando a Jack con el ceño fruncido. Él aún tenía la mirada fija en aquel tipo, pero pronto giró su vista hacia mí.
—No estaba viendo nada en particular —aseguró.
—Sí, claro —dije con sarcasmo, decidiendo que de cualquier modo no era mi problema.
Se echó a reír y me observó leer en silencio hasta que llegó Derek.
—Pensé que no te sentarías con nosotros —dijo Derek, dejando su bandeja en la mesa y sentándose junto a mí.
—No tengo amigos aún —dijo Jack, encogiendo los hombros, pero se levantó de la mesa en seguida—, sin embargo sí tengo algunos asuntos que atender.
—Es el primer día, ¿cómo es que ya tienes asuntos que atender? —preguntó Derek, enarcando una ceja.
—Cosas de grandes, Derek.
El chico puso los ojos en blanco y comenzó a comer mientras Jack se retiraba.
—Se cree la gran cosa, siempre me trata como a un niño —se quejó Derek unos segundo después.
—No dejes que te afecte, tú sabes que no lo eres —le dije, aunque lo cierto es que sí era un tipo con un aire infantil.
Se quedó callado mientras masticaba un pedazo de carne. Observé su bistec con la pasta y verduras que lo acompañaban. La comida, a diferencia de a como era en las escuelas públicas a las que había asistido toda mi vida, se veía apetecible. Estaba a punto de hacer un comentario al respecto cuando Sean apareció, llamándome.
—Alex ¿qué tal han ido tus clases? —dijo, mientras se acercaba a nuestra mesa y le hacía señas con la mano a un grupo de chicos que lo acompañaba para que se fueran sin él. Posó sus ojos en Derek.
—Aburridas —dije sincera y con mi habitual frialdad. Lo vi vacilar en sentarse, así que para enmendar mi comportamiento acostumbrado hice un esfuerzo en sonreír—. ¿Por qué no nos acompañas?
Me devolvió la sonrisa y se sentó frente a mí, donde hacía unos momentos había estado Jack. Ahora que pensaba en ello, en realidad había decidido que el comportamiento de Jack era extraño, es decir, cuando recién nos habíamos conocido actuaba como acosador, pero desde que Karl se había mudad ya no estaba rondándome. Quizá ya se aburrió de mí… pensé, entre aliviada y molesta.
Derek carraspeó, sacándome de mis momentáneas cavilaciones sobre Jack.
—¿No vas a presentarme a tu amigo? —dijo, aunque no sabría decir si avergonzado a molesto.
—Lo siento, tenía algo en la mente —me disculpé—. Derek, este es Sean, está en mi clase de español. Sean, este es Derek, mi hermano.
—Hermanastro, en realidad —corrigió Derek.
—Es un placer conocerte, Derek —dijo Sean, con voz amable, extendiendo su mano hacia Derek.
—Lo mismo digo. Así que… ¿Tú también eres nuevo? —preguntó Derek, regresando a comer mientras conversaba.
—No, en realidad estoy aquí desde el año pasado, pero es fácil acostumbrarse a la atmósfera de aquí, siempre y cuando hagas algo para olvidarte del tedio. Puede llegar a ser demasiado tranquilo.
—Paz y tranquilidad… Sí, tiene pinta de asilo de ancianos —dijo Derek, dejando su bandeja de comida vacía a un lado (¡Me sorprendió lo rápido que se había comido todo!) y recargando la barbilla en su mano con cara de aburrimiento.
—Pues en un asilo de ancianos no te llaman rubia estúpida —comenté, al ver a lo lejos, del otro lado de la cafetería, a Rose, la chica que me había molestado durante la clase de español.
—¿Alguien te llamó rubia estúpida? —preguntó Derek, enfadado. Señalé con el dedo índice la dirección en donde Rose se había sentado, rodeada por chicas de figuras esculturales.
Apuesto lo que sea a que son porristas… dije en mi mente.
—Rose. —Sean puso los ojos en blanco y negó con la cabeza—. Capitana del equipo de porristas. — Lo sabía.
Derek resopló y se echó a reír.
—Típico. Apuesto a que se sintió intimidada y por eso tenía que “mostrarte tu lugar”.
—No me quedó muy claro mi lugar, pero ciertamente no me interesa lo que una porrista inferior piense de mí —dije con convicción. Yo tenía un prejuicio de estupidez sobre todas las porristas del mundo.
Volví a mirar a Rose y me encontré con sus ojos fijos en mí con mirada asesina. Sí, definitivamente esos ojos ya los conocía, aunque sin saber de dónde ni cómo. Me habían recordado a Jack por el reconocimiento que había sentido al verlos, sin embargo, en lugar de miedo me provocaban otra sensación.
Rivalidad…

La última clase —lamentablemente era todos los lunes, martes y viernes— era educación física. No era mala en deportes, aunque tampoco la mejor del mundo.
En circunstancias diferentes quizá me hubiera dado igual, pero resultaba ser que la clase de deportes no se tomaba por grupos, sino todo el grado en conjunto, aunque distribuidos entre la cancha de basquetbol, la cancha de futbol americano y la pista de atletismo.
A mí me tocó estar bajo techo, en la cancha de basquetbol. Afortunadamente Derek y Sean estaban ahí también, pero desafortunadamente Rose estaba en el mismo lugar. Yo me senté en un lugar alejado del resto de las personas —como era mi costumbre—, mientras esperaba a que el profesor llegara, Derek se sentó junto a mí en el piso.
—Hace calor hoy ¿no? —comentó, pasándose el dorso de la mano por la frente, para retirarse algunas gotas de sudor.
Asentí y busqué a Rose con la vista. Por alguna razón incomprensible para mí, sentía la imperiosa necesidad de tenerla vigilada. La encontré haciendo estiramientos con otro grupo de chicas. Ella, a pesar de estar ocupada, también tenía la vista fija en mí. Me sonrió de manera amenazante y yo hice lo propio hacia ella. Algo me decía que tenía que ser cuidadosa, pero lo único que quería hacer era competir contra ella, hacerla papilla en todos los aspectos posibles.
Era curioso como antes de que decidiera que las personas me importaban todo me daba igual… Me sentía como una bomba, como si las personas que, fuese por casualidad o por destino, estaban apareciendo en mi vida, fueran algún tipo de detonante en mí, entregándome este tipo de nuevas sensaciones.
Rose y Jack… ¿Por qué siento que los conozco?
Fuesen como fuesen las cosas, no parecía haber relación entre ellos, pero ambos parecían tener algo conmigo.
Empecé a pensar en ello y, mientras más le daba vueltas al asunto en mi cabeza, menos tenía sentido y más crecía el interrogante en mi cabeza, que ahora había tomado la forma de una pregunta: ¿Por qué sentía familiaridad en aquellos ojos?
Por un lado me asustaba, pero por el otro era muy emocionante, sobre todo si me disponía a averiguarlo, y por supuesto es lo que planeaba hacer…